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Relatos sexo extremo

En muchas ocasiones, me tocaba pensando que él me veía, como si hubiera pagado la cabina en un Peep show. Y yo, tumbada sobre la cama, abría las piernas frente a un espejo para reflejar la secuencia por la que él insertaba monedas…. Así que añadí un extra para volverle loco: Eso y la cinturita de avispa que tenía con 23 años serían tenían que ser irrechazables. La misma línea que me había llevado durante cinco años a estudiar al campus de Somosaguas, ahora me conduciría a la experiencia sexual de mi vida. Tras 15 minutos haciendo cola, por fin apareció. Subí ensimismada, pensando tan sólo en mi presa.

Y, como no vi asientos libres, me agarré a un pasamanos fijando la vista en el parque. Vamos a pasarlo bomba este verano, que después ya seremos personas serias. Jiji… —decía Clara con su estridente tono a otra ñoña que había terminado los estudios con nosotras.

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Pensé en hacerme la sueca, pero el arrebato morboso de iniciar una conversación superficial con la ex del hombre que me quería follar, eliminó todo rastro de timidez. Chica, no sabía que venías a la fiesta… —le dije con altanería y expreso fingimiento. Estuvimos hablando de trivialidades hasta que llegamos al campus. Pasé un buen rato flirteando con todos, hasta que Ricardo se unió al grupo.

Empezamos a hablar y, como siempre, construimos un muro invisible a nuestro alrededor. Bebimos cubatas y bailamos. Me susurró que estaba preciosa. Le susurré que me volvía loca con su cuerpo. Me preguntó que si quería que me besara. Le respondí que deseaba que me follase salvajemente….

Me cogió de la cintura y me besó. Me agarraba fuerte. Notaba su miembro erecto bajo el pantalón. Por un momento, mientras nos dirigíamos allí, sopesé si era correcto. Alguien podría vernos, pensé. Las pulsiones de mi libido eran enormes.

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Todo mi cuerpo pedía sexo. Todo yo era sexo. Me sujetó, asiéndome por las nalgas para alzarme contra la pared. Empecé a palpar su pene por encima del pantalón. Él me acariciaba los senos. De repente, bajó uno de los tirantes del vestido con tanta energía, que también descolgó el del sujetador.

Uno de mis pechos quedó al descubierto.

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Paró por un segundo. Me miró fijamente, y se abalanzó a lamerlo. Creo que hay alguien observando —le supliqué, intentando apartar su cabeza.


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Había gente en la oscuridad. Seguramente, estaban allí fumando o simplemente orinando, cuando nos oyeron. Eran tres. De pronto, las luces de un coche iluminaron sus caras.

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A pesar de que le estaba tirando del pelo para apartar su boca de mi pezón, Ricardo no paraba. Del primer sentimiento de vergüenza compulsiva, instintivamente pasé a la inacción y, de ahí, a una sensación de excitación sublime. Miraba las caras de los tres, fundiéndose de nuevo en la oscuridad, cuando Ricardo se bajaba la cremallera y deslizaba el tanga con su glande para penetrarme.

Me encajé a su inflexible miembro, abriéndome, cabalgando y arañando su espalda. Él me empujaba y me subía contra la pared una y otra vez. Los otros dos sólo miraban. Yo las provocaba. Lo sujeto con otro cinturón y se fue. Me volví a correr. La presión del agua en mi clitoris me hacía retorcerme de placer. Me corrí durante al menos un minuto. Pasadas ya varias horas comencé a gritar. La mezcla de dolor y placer no me dejo dormir y a la mañana siguiente aun seguía retorciendome en la bañera. Acto seguido estaba en una habitación lujosa, ya no parecía una mazmorra, sino un hotel de cinco estrellas.

Me ataron nuevamente à la cama. Pero yo estaba aterrada. Un hombre gordo y grasiento entro en la habitación, se pasó la lengua por los labios y se colocó encima mio.


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Me susurro al oído. Grite de dolor. Empezó a sacarla y meterla hasta que se corrió, la saco antes y se corrió en mi cara. Gire la cara pero me la metió hasta la garganta. Cayó dormido sobre mi pero no sin antes meterme un dedo en el culo. Cuando se despertó lo saco y me lo hizo chupar. Metió su polla en mi culo y siguió follandome hasta que se corrió dentro, la lefa salia hasta mis nalgas.

Volvió a meterme la polla en la boca para que se la limpiara, y bajo hasta mi coño y volvió a lamerlo, gemia de placer, me gustaba la sensación se su lengua en mi coño, me volví a correr. Poco a poco comencé a adorar el placer que sentía cuando mi amo metía su polla en mi coño y culo y tras tres noches era yo quien buscaba su polla. A mi me tocaba las tetas con fuerza.

Despues nos indicó que le acompañasemos al comedor.

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Nos hizo follarnos entre las tres en la mesa mientras comía con dos hombres. Comí por primera vez un coño era suave y viscoso, mi lengua se deslizaba sobre este mientras ella se corría en mi boca. Había esta vez 4 hombres ahí que al verme se desnudaron y comenzaron a tocarme. Me ataron a los barrotes por las manos, un me follaba por el cuelo, otro por el coño, uno me metía la polla en la boca y el otro se pajeaba mirando. Notaba el ardor y el placer por todo mi cuerpo se corrieron dentro y fuera, sobre mi.

Grite de placer. Qué cañera eres Blanca! No he podido evitar masturbarme. Me estais animando a escribir yo uno. The following two tabs change content below. Bio Latest Posts. Latest posts by colaboradores see all. Pincelada de iniciación al sexo desenfrenado. Relato erótico: Como el agua.